lunes, 21 de junio de 2010

A vueltas con la memoria histórica

Analizando la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, conocida como Ley de Memoria Histórica, tengo que destacar algunos apuntes.

El primero, es que es una ley hecha con el corazón, con los sentimentos y con la buena fé de reconocer que hubo y cito textualmente "quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura", ésto es, que han tenido que pasar más de 70 años desde el comienzo de la guerra civil española para que se desarrolle una ley en favor de los muertos, perseguidos, vilipendiados y torturados de aquella época de humillantes recuerdos para la sociedad española.

Pero en definitiva que más vale tarde que nunca y sea bienvenida esta iniciativa que "reconoce el derecho a la reparación moral y a la recuperación de la memoria personal y familiar " de las víctimas, ya que hasta ahora las víctimas eran indignas, republicanos, rojos de la peor calaña, gentuza y los verdugos mantenían intacta su dignidad, hasta el punto de que aún quedan familias a las que las asesinaron un ser querido en aquella época y aún son incapaces de descorrer aquella cortina para que entre la luz y todo el mundo sepa lo que ocurrió, simplemente por que se sienten avergonzadas o tienen miedo; hay que tener en cuenta que han sido muchos años con esos sentimientos inculcados hasta la médula y va a ser dificil desprenderse de ellos.

No quiero olvidarme tampoco de todos aquellos que tuvieron que malvivir en la posguerra siendo familiares de perseguidos o asesinados. Qué mal lo pasaron, en muchos casos mujeres viudas con varios hijos que sacar adelante y con el estigma del marido fusilado o huido. Tanto estas mujeres como sus hijos fueron humillados en la España de aquella época, fueron maltratados, vivieron en la más absoluta de las miserias, en muchos casos de la caridad ajena y siempre con el estigma de ser rojos o republicanos; por lo que por muy válidos que fueran para estudiar o trabajar, siempre se les ofrecían los peores trabajos, si es que se les ofrecía alguno. Y si estas personas vivían en pueblos o en zonas rurales, todavía el efecto era amplificado, pues mientras que en las grandes ciudades todo el mundo puede pasar más desapercibido, en los pueblos todos se conocen y el que estaba marcado con este estigma quedaba automaticamente aislado, en soledad; más que nada por temor a represalias de los caciques existentes en una gran parte de los pueblos de España, que altivos, prepotentes y soberbios no olvidaban los tiempos de la República y cómo había pasado el poder municipal a opciones progresistas. Y si lo pasaron mal, qué decir de los chavales que quedaron huérfanos de padre y madre y les internaron en un orfanato de la época. Parece ser que por si tenían poco con el dolor que arrastraban, también les maltrataban fisica y mentalmente, incluso con palabras soeces e insultos hacia sus padres.

Si una imagen de aquella época me impacta cuando la veo en la tele, es la de un barco saliendo de un puerto español cargado de niños rumbo a Rusia, despidiendose de sus padres. Los chavales en muchos casos, sin saber qué ocurría, otros eran más mayorcitos y se estaban dando cuenta de todo. Los padres con el corazón en un puño y sabiendo que sus hijos se salvarían de la guerra, pero que no los volverían a ver nunca más, como así fue. Siempre que veo estas imágenes se me saltan las lágrimas.

Por último hay un asunto que no toca la Ley de Memoria Histórica y es el de la República. Cuando fue desde el primer momento la diana hacia la que apuntaron sus fusiles los militares sublevados, golpistas. No debemos de olvidar nunca que los militares se sublevaron contra la República y al no lograr doblegarla, arrodillarla, la tumbaron por la fuerza de las armas. Pues al leer la ley, no encuentro ninguna referencia a que haya que devolverla la dignidad perdida; pues no olvidemos que era la forma de Estado legalmente establecida, ya que la habíamos elegido los españoles en las urnas. Considero que es la gran ausente de esta ley y si en su momento fue masacrada por los militares desleales, hoy ha sido olvidada.

Juan Luis

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